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Clan Ruadh Rofhnessa


Bendición del Retorno

Sea tuya la súbita irrupción de la flor
Que en su efímera expresión
Permite ver ese algo que está antes
Del nacimiento y la desaparición.

Sea tuyo el fluir del río
Que endulza su canto
Al doblar cada meandro
Así estos hagan más largo
Su trayecto al mar.

Sea tuya la amplitud del horizonte
Y adviertas que todos los caminos
Allí se hacen uno
Cuando resplandece el Sol poniente.

Sea tuyo por último el silencio;
Sólo en Él adviene tu única y real presencia.

Poesía de Montsalvad 


Nuestro Clan Ruadh Rofhnessa (“rojo de la gran ciencia”) toma el nombre del dios supremo del panteón irlandés que es más conocido como Dagda (dios bueno). Otro de sus nombres es Eochu Ollan-thir, que significa “padre de todos” y Lathir, “padre poderoso”.

Dagda pertenecía al pueblo de los Tuatha de Dannan;  era el señor de los elementos, del entendimiento y del conocimiento y uno de los dioses más importantes de la Irlanda precristiana. Era jurista y un guerrero terrible, y poseía un mazo capaz de matar por un extremo y resucitar por el otro, por lo que es el dios de la vida y de la muerte. También tenía en su poder un caldero de la abundancia del que “nadie se alejaba sin ser saciado”. Los muertos que se sumergían en él recobraban la vida, con excepción de aquellos a quienes se les había quitado la cabeza.

Dagda es el dios de la concepción intelectual, el dios-druida de la ciencia exacta. Se le representa como un dios obeso, porque lo cierto es que le gustaba tanto comer como las mujeres (es un paralelo a Zeus en la cultura griega o a Júpiter en la cultura romana). Por eso se le consideraba un dios insaciable.

A veces, junto a la maza y el caldero, Dagda aparece también con un arpa. Es un arpa de oro, un arpa solar: el instrumento que puede producir risa, llanto o sueño a todos aquellos que lo escuchen. Esta arpa, que acude como un pájaro a Dagda cada vez que éste la llama, emite su música sin que nadie la toque.

De hecho, según la mitología celta, el rey Bress robó el arpa de Dagda, y él, acompañado de Lugh, tuvo que ir a rescatarla al campamento enemigo. Bastó con que Dagda la llamara para que el arpa volara hasta él, matando a nueve hombres que se cruzaron en su camino. Luego el instrumento tocó una música mágica, y los Fomoré cayeron en un sueño muy largo, lo que permitió a Lugh y Dagda escapar de allí sin peligro.

En los relatos épicos más recientes, así como en las novelas artúricas, el personaje de Dagda aparece a menudo con la forma de un "Hombre de los Bosques", un dios algo vagabundo que lleva una maza y que es señor de los animales salvajes.

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