Invocamos a los valerosos nombres
que nos han precedido en la senda
del tiempo que se pierde en la bruma.
A los dioses que vibran en el aire
y a los héroes que han vertido
su sangre en esta tierra.
Invocamos la fuerza de los elementos
y del éter insondable que deparan
el destino a través de las edades.
Saludamos al Invierno que nace,
que envuelve las simientes en su manto;
El cielo es testigo de nuestra devoción.
Que nuestra ofrenda sea entregada
a los seres del bosque
y a los guardianes de la Senda.
Por su poder y el de las estrellas
renaceremos mañana como Hijos del Sol.
Nuestra manada toma el nombre de una diosa escocesa: Beira, la reina del invierno.
Beira es la diosa anciana Madre de todos los Dioses y Diosas; es la Madre Tierra que lleva consigo un martillo para crear las montañas, las colinas y los valles.
Tal vez te preguntarás porqué una diosa del invierno es la representación de la Madre Tierra. Pues bien, si te das cuenta el invierno representa una época de oscuridad y es en ella donde surge la nueva vida, así como la semilla que plantas en la tierra y luego crece para ver el sol; también nosotros nos engendramos en el vientre de nuestra mamá, en ese lugar que es bastante oscuro comenzamos a crecer hasta que llega el día de nuestro nacimiento y nuestro primer contacto con la luz.
Así mismo, Beira representa ese instinto primitivo y fuerza salvaje femeninos que siempre están alerta para proteger a los suyos. Como Mamá Raksha que siempre vela por sus hijos y da hasta la vida por ellos.
Beira está siempre alerta para que tanto hombres como dioses respeten los ritmos normales de la naturaleza; por eso es a veces demasiado celosa y lucha mucho creando tormentas y fuertes vientos para que el invierno verdaderamente se produzca, pues es en esa época en la que las nuevas semillas reciben los suficientes nutrientes para poder crecer y ser vistas en primavera.
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