Invocamos a los valerosos nombres
que nos han precedido en la senda
del tiempo que se pierde en la bruma.
A los dioses que vibran en el aire
y a los héroes que han vertido
su sangre en esta tierra.
Invocamos la fuerza de los elementos
y del éter insondable que deparan
el destino a través de las edades.
Saludamos al Invierno que nace,
que envuelve las simientes en su manto;
El cielo es testigo de nuestra devoción.
Que nuestra ofrenda sea entregada
a los seres del bosque
y a los guardianes de la Senda.
Por su poder y el de las estrellas
renaceremos mañana como Hijos del Sol.
Nuestra Jefatura toma el nombre del quinto grupo de
habitantes en invadir Irlanda, según la tradición del Leber Gabala Erenn (Libro
de las Invasiones).
Cuenta la leyenda que en Beltaine desembarcaron, ocultos por
una mágica nube creada por las deidades Morrigu, Badb y Macha, por el noroeste
de Irlanda el pueblo de Dana –los Tuatha de Dannan-, los dioses de la luz,
quienes trajeron consigo la figura del druida a la isla.
Otras leyendas dicen que los Tuatha de Dannan venían del
cielo donde aprendieron ciencias y varios oficios. En todo caso ambas historias
relatan que el pueblo de Dana poseía cuatro tesoros mágicos que habían sido
adquiridos en diferentes ciudades: en Falias tomaron la piedra llamada Lia Fail
o Piedra del Destino, sobre la cual los altos reyes de Irlanda eran coronados;
esta piedra producía un grito cuando estaba de acuerdo con la persona que
ocuparía el trono. De Gorias tenían la espada invencible de Lugh; de Finias
trajeron la lanza mágica y de Murias el caldero mágico de Dagda que tenía la
propiedad de poder alimentar a una hueste de hombres sin llegar a quedar vacía,
y en la que los muertos podían sumergirse para recobrar la vida, exceptuando
aquellos a quienes se les había cortado la cabeza.
Conducidos por su rey, Nuada, lucharon en la Primera Batalla
de Magh Tuiredh (Llanura de Moytura), en la costa oeste, en la cual derrotaron
y desplazaron a los torpes y deficientemente armados Firbolg, quienes entonces
habitaban Irlanda. Nuada perdió un brazo durante la batalla, que el curandero
Dian Cecht reemplazó con un brazo de plata. Y debido a que por esto ya no era
físicamente perfecto, no podría continuar como rey, y fue sustituido por Bress,
el medio Fomoriano, quien resultó ser un tirano. Entonces Miach le hizo un
brazo de carne y hueso, y Nuada fue restablecido como rey.
Posteriormente, los Tuatha de Dannan lucharon la Segunda
Batalla de Magh Tuiredh en contra de los Fomorianos. Nuada fue asesinado por el
ojo venenoso de Balor, el rey de los Fomoré, pero Balor murió por las manos de
Lugh, su nieto -descendiente tanto de los Fomoré como de los Tuatha de Dannan-
quien asumió el control como rey.
Una tercera batalla fue luchada contra una ola subsecuente
de invasiones, los Milesianos, quienes encontraron a tres diosas de los Tuatha
de Dannan: Eriu, Fohla y Banba, que pidieron que la isla fuese nombrada en
honor a ellas: Éiru, Fohla y Banba,
nombres que todavía se utilizan poéticamente para designar a Irlanda.
Sus tres esposos MacCecth,
MacCuill y MacGrené, que eran los reyes de los Tuatha de Dannan durante
aquella época, pidieron una tregua de tres días, durante los cuales los
Milesianos se embarcarían a nueve olas de distancia desde la orilla de la isla.
Los Milesianos se conformaron con la petición, pero los Tuatha de Dannan
crearon una tormenta mágica en una tentativa de conducirlos más lejos. El
Druida Supremo milesiano Armegin calmó el mar con sus versos, y frente a su
pueblo desembarcó y derrotó a los Tuatha de Dannan en Teltin, dando muerte a
los tres reyes.
Pero el pueblo de Dana no se rindió. A través de sus artes
mágicas se pusieron un velo de invisibilidad, que podían ponerse o quitarse
cuando lo quisieran. Desde entonces existen dos Irlandas: la espiritual y la
terrenal.
Los Tuatha de Dannan habitaron entonces la Irlanda
espiritual, que está dividida entre ellos por su gran dios Dagda. Los lugares
en que se encuentran son los verdes túmulos y murallas, las reliquias de
fortalezas destruidas o sepulcros, el submundo, donde se erigen palacios
mágicos. Gustan de refugiarse en el mar, el viento, las montañas, los bosques,
los ríos y los lagos. Siempre invisibles ante los hombres, alimentados por un
eterno brillo y comidas y bebidas mágicas que les dan eterna juventud y
belleza. Y de cuando en cuando se mezclan con los hombres para el amor o la
guerra.
De esta forma surgen las denominadas hadas, los misteriosos
espíritus de los bosques que no son nada más ni nada menos que los mismos Tuatha
de Dannan quienes deciden cuando dejar verse y con qué motivo.
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